PUTA

[Roxanne]

Hubo un tiempo
en el que supe sonreír
y amar en plena ignorancia,
que no sabía de tus garras,
de las verdades que tan sólo
me decías cuando el vacío de
una habitación nos acariciaba.
Tiempos extraños y
curiosamente lejanos,
hoy, y ayer, y pasado mañana,
siguen siendo el interminable llanto
de un ?por qué?.
Es tan eterno el recuerdo
de tus verdes mares bravos,
tan pasado y tan presente
como lo que echo de menos
cada día y cada hora
en los momentos que no tengo
a dónde ir, en esta ciudad vacía
y odiosa de la soledad,
y saber que al otro de mi calle
sigues riendo, llorando y tal vez
olvidándome o desenterrándome
en la cajita de madera que escondiste
junto a los motivos que para mi
serán secretos de los que te tragaste la llave;
tu habitación, que recorro a tientas
sin tener que cerrar los ojos,
y que el otro día, sin querer,
me quedé mirando desde la calle
y vi que no quedaba rastro de las fotos,
ni de ti ni de mi, tan sólo la luz
que la iluminaba, vacía, inerte.
Tu ventana, y aquel colegio
donde aprendíamos a leer notas
y temblaba de amor cada vez que me susurrabas
tus anhelos, tus gritos mudos, tus sueños,
cuando me decías muy bajito que tu mundo
y el mío se escaparían por la puerta de atrás,
donde nadie supiera de nuestros nombres,
donde se ondearan banderas blancas
que sangraran libertad y rock & roll.
Por las noches, ¿lo recuerdas?,
me llamabas desesperada para
apoyar tu cabeza sobre mi hombro
y dejarlo chorreando de lágrimas y mocos,
de un ?quiero? y un ?contigo? que
casi siempre iban cogidos de la mano,
de las ganas que no sabían que quería
lo mismo que tú, cuando me mirabas
de aquella forma tan extraña,
medio sonriendo y medio arrodillada,
quizá fueran cosas mías,
quizá las dos gritábamos al viento
a la espera del encontronazo de
un ?te quiero?, adornado, como siempre
de un ?te necesito? disfrazado,
de esos que solías escupir entre tanto.
Ahora, en este momento que no es de nadie,
el tiempo se masturba y llega al orgasmo,
recordando a dos almas que al unísono
cantaron tristes y enamoradas,
al calor de una hoguera donde,
sin saber por qué, me tiraste de cabeza,
puta.