Caras y cruces.
El partido estaba siendo muy disputado. Aunque Carlos era técnicamente superior a Zoran, el serbio estaba en un estado físico más que envidiable, lo cual, a la larga, le estaba dando la ventaja suficiente como para ganar el partido. Aunque Carlos se había llevado el primer set, sus golpes habían comenzado a perder fuerza y precisión, mientras que Zoran seguía golpeando la bola y corriendo cada punto como si la vida de sus hijos dependiese de ello. Era un competidor nato, era evidente, y muestra de ello era que había ganado el segundo set en la muerte súbita, y habían decidido jugar un tercero, para desempatar. A pesar de que la temperatura era más bien fresca, ambos estaban sudando, tomándose el partido mucho más en serio de lo que cabía esperar. Carlos también era un competidor nato, aunque quizá su voluntad fuese menor que la de Zoran.
El yugoslavo era un hombre de gran tamaño, musculoso, aunque sin llegar a parecer un culturista, medía cerca del metro noventa y podía pesar cien kilos, si no más. Llevaba el cabello fino y de color trigueño casi rapado, muy probablemente para evitar que su incipiente calva se notase mucho más. Su piel clara estaba ahora bastante enrojecida por el efecto del sol y del esfuerzo, y sus ojos grandes y marrones, enmarcados por tupidas cejas, estaban totalmente centrados en el juego. Tenía la nariz chata, pómulos marcados y una mandíbula ancha y fuerte, con barba de dos dias, y un hoyuelo en el centro que le daba cierto atractivo. Vestía con una camiseta negra y lisa y con un pantalón de deporte que le llegaba hasta la rodilla, del mismo color. Manejaba la raqueta como si fuese una pluma, y sus golpes eran fuertes, aunque no muy precisos. Uno de esos golpes superó con claridad la subida a la red de Carlos y botó cerca de la línea, en el interior del campo.
-Esto hace un 6-5 a mi favor. Y yo saco.-El acento yugoslavo de Zoran, aunque se manejaba bien el español, era fuertísimo. Ya te tengo en el bote, listillo.
-En mi pueblo decimos que hasta que no pasa el último cura no se termina la procesión... y aun no ha pasado.- Carlos sonreía. Dios, este mulo no se cansa nunca... me va a machacar con su saque.
-Sigue soñando, la esperanza es lo último que se pierde.-Nunca entenderé la manía de los españoles por los refranes, pero se pasan la vida soltándolos.
Carlos era un hombre de unos treinta y pico, no alcanzaba el metro ochenta, de complexión delgada y no demasiado fuerte. Su piel era morena, y su pelo negro azabache, lo llevaba muy corto y peinado hacia delante, dándole cierto aspecto de haber salido de la antigüedad clásica. Sus ojos, de un extraño color gris oscuro y azulado, estaban fijamente clavados en su rival, esperando a que este sacara para iniciar el nuevo juego. Su expresión, en general, así como sus ademanes, expresaban inteligencia y seriedad, aunque la perilla bien cortada que llevaba daban un aspecto algo más desenfadado. Vestía con pantalones de deporte blancos y una camiseta negra con una gran hoja de marihuana de color verde serigrafiada en el pecho. Esto, desde luego, acentuaba aún más su aire informal y desenfadado.
El juego transcurrió con intensidad. Zoran ganó los dos primeros puntos con facilidad, pero Carlos, con dos buenos golpes, había dejado de nuevo el marcador en igualdad. Zoran sacó de nuevo, y, con un golpe fulminante, metió el 40-30 a su favor con un ace. Carlos no salía de su asombro. Menuda potra, dios, no metería otro saque así ni en diez años que lo intentase.
-Match ball para el caballero.-Carlos jadeaba más de lo normal.- Casi estoy deseando que lo metas para acabar de una vez. Es hora de comer y tengo hambre.
-Eso suena a excusa.-Zoran parecía muy seguro de si mismo. Aha. Te ves perdido y quieres poner pomada, gitanillo.- Aunque tanto tenis me está abriendo el apetito también a mi. No entiendo porque en este país se come tan tarde.
-Lo mejor de este deporte es que nunca puedes estar seguro de quien va a ganar hasta que se acaba el partido.-Eso, eso, confíate y a ver que pasa.
-Pues entonces, comprobémoslo.
El primer match ball del partido fue rápido. Zoran sacó bastante mal, y Carlos, con un buen revés, mandó la bola a un punto del campo que el serbio no pudo alcanzar. Sin mediar palabra, Zoran se dispuso a sacar de nuevo. Exactamente la misma película. Carlos estaba ahora a un solo punto de mandar el partido a la muerte súbita. Zoran parecía bastante enfadado. Su rostro estaba tenso, serio, ymiraba casi con furia a la pelota que estaba botando en el suelo. Que puñeteras son las cosas. Lo tenía y se me fue. Siempre pasa esto con los gitanos y con los moros, tengo que tranquilizarme o me ganará.
Carlos parecía mucho más tranquilo, sonreía, como si le divirtiese que a Zoran le afectase tanto un simple partido de tenis. Aunque a mi me importe lo mismo, yo se disimular un poco mejor. Menudas agujetas voy a tener mañana.
Zoran sacó. Carlos le devolvió el resto con un buen drive y corrió hacia la red. Zoran intentó hacerle un passing shot, pero con una buena volea, Carlos se anotó el punto.
La raqueta de Zoran voló por los aires después de rebotar en el suelo, y golpeó en varios sitios antes de quedar quieta. Estaba inutilizada para seguir jugando. Zoran no dejaba de escupir frases chapurreadas en serbio mezcladas con palabras malsonantes en castellano, mientras Carlos le miraba sin saber muy bien que decir.
-¡Mierda!-Zoran gritaba a pleno pulmón.- ¡Mierda, mierda y mas mierda!
-Tranqui, tio.-Carlos seguía cerca de su linea de fondo, mirando asombrado a Zoran. Vaya jamao. Tendré que tener cuidado de no ganarle al ajedrez.-Es sólo un juego.
-Si, si...-Zoran parecía tranquilizarse poco a poco. Se acercó a la raqueta para ver como estaba.-Tienes razón, perdóname. A veces no me controlo.-Mierda, me cargué la raqueta... ahora no podré ganarle a este gitano de mierda.- Creo que la raqueta está... jodida.
-Eso parece.-Que buena excusa.- Creo que lo vamos a tener crudo para seguir jugando. ¿lo dejamos en un empate técnico?
-No hay mucho más remedio, y además tengo hambre y me gustaría darme unos largos antes de ir al comedor. Creo que hoy hay un huésped nuevo.
-Vi el coche antes, seguro que alguien más ha venido. No es que no me guste tu compañía, pero esto estaba un poco aburrido hasta ahora.
-Se supone que uno viene aquí a relajarse y a dejar atrás el estrés... no te extrañes de aburrirte.
-Si, lo se. Pero estoy en mi derecho de quejarme, ¿no? Siempre digo que es necesario tener siempre algo de que quejarse.-Y tu pareces tener siempre una colección enorme de quejas.
-Lo difícil es no tenerlo. Eso es lo difícil.- Y menos estando aislado con un gitano que se cree listo y con una modelo que cree tener cerebro.
Ambos hombres se dirigieron al edificio de la piscina con la intención de darse un chapuzón.
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