Ningún redil pudo apagar este cariño.
Ningún vigía pudo evitar que a través de los muros se filtrara nuestro afecto.
Cada vez va quedando menos para tu regreso.
Ese día nuestra mirada se cruzará
y los barrotes serán de titanio,
costará acostumbrarnos a la nueva situación.
El contacto físico obligado a ser etéreo,
irá recuperándose poco a poco.
Pero los dos sabremos que jamás podrán con nosotros.
Y gritaremos entre dientes alguna rabiosa frase de euforia.

Y a pesar de ello ese día seguirá 'entre paréntesis' pero el contacto físico se hará palpable, los besos, la ternura y los abrazos (¿Sexo, ternura y misterio?) por fin serán y dejarán de querer ser.