El cielo desafía tormentoso,
las nubes se hacen notar
y me dice el café en su poso
que se acerca la hora de ganar.
Sin vista voy regalando mis tesoros,
y no corro, pues todo lo quiero ver.
Y aunque exhalen cerveza mis poros
y a cada rato esté apunto de caer,
llego a tu hueco exhausto,
con estiércol en las manos y desgarrados los pies.
Contigo olvido cada recuerdo infausto,
cada pose, cada revés.
Te recojo en tu puerta y en calesa,
dime qué te apetece hacer,
está la comida y la bebida en la mesa,
y en la despensa lo que me pediste ayer.
Dan la doce en el reloj de cuco,
y tú no eres Cenicienta ni yo el príncipe azul,
así que mientras cargo mi trabuco
tú sacas el ligero del baúl.
Y das un trozo de reproches
y entre escorzos algo de amor.
Y se nos va la vida y después la noche,
se nos curan las heridas inventando un color.
Como lobos aullamos a la luna,
empapados de agua y de felicidad.
Nos acostamos en tu cuna
creyendo que es casualidad.
A la mañana siguiente, en ayunas,
fumo las flores de tu balcón
buscando errores y no hay ninguna
excusa para decirnos adiós.
Y al marcharte, al despedirnos,
se nos parte la mitad del corazón
y quedan rotos, entre caminos,
manchados por la incomprensión.
coño¡¡
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