Lo especial de lo cotidiano

[Margen del pensamiento]

El frío invadió hasta el último rincón de lo que por suerte viene siendo mi hogar, se coló hasta cubrir de caducos eneros mi sangre y marchitar vigorosos los brotes verdes de mi cabeza. El rufián del destino se plantó de buena mañana en casa con sonrisa de almíbar y una lengua viperina que al hablar estallaba en mi cabeza, deviniendo en un vacío que pendía del eco de cada segundo que se desplomaba a mis pies. Solo hubo frío, miedo, estertores y lágrimas.

Por una vez en su vida logró engañarme, logró disfrazarme de pretérito y convencerme de lo efímero de nuestro vuelo. Se apoderó de mis más firmes convicciones como lo hace un invierno que repiquetea incansable el calendario con las primeras flores nacientes de los tempraneros almendros. Me hizo mirarme al espejo y desdibujó mis canas del reflejo de sus brillantes ojos soñadores, me despojó de la razón como quien hurta al mendigo en día lluvioso sus acartonadas paredes para colocarlos a la entrada de su lujosa casa y no ir dejando pisadas por el parquet.

Tan solo el pensar sobre el paradero de nuestra fértil espiga arrastrada por un viento cambiante de temporal, que lo mismo pudiera llevarla hasta los confines de un campo baldío carente del abrigo del follaje como depositarla sobre el más lustroso campo que con ahínco vengo labrando para ella, me hizo recobrar el aliento.

Y es que si alguien se atreviera a decirme que no es amor con lo que firmamos en el reverso de cada instante en que nos somos, más allá del miedo, más allá de la intriga y el desconcierto que produce lo desconocido, le diré sin dudar que miente. Si alguien se atreviera a decirme que no es amor la ilusión que nos desborda en cada acto cotidiano, tan mortalmente comunes como el respirar o tremendamente trivial como buscar un parking libre en el centro o doblar una nueva esquina, si alguien se atreviera a aseverar que no es amor el firmamento que llevamos escrito en las líneas de nuestras manos o el sosiego que emana de nuestros inquietos cuerpos en aproximación, le diré que no pierda el tiempo intentando buscar el número áureo que reside en los confines del amado.

Ahora entiendo que lo que la hace especial es que sus manos, pese a ser idénticas a muchas otras, son las suyas y al tocarme me calman. Lo especial de su mirada, pese a que tantas otras pudieran adentrarse en océanos, es que es la suya y al entrar en la trayectoria de la mía destierra al miedo a las antípodas de su presencia. No hay nada de especial realmente en nuestra existencia salvo cuando nos entornamos en uno solo, entonces se desatan los mares, se destierran penares y se acallan los interrogantes que continuamente arroja esta vida en que todo debe saberse y en que todo debe tener una respuesta.

Ella, como yo, no es muy diferente a las demás, la diferencia radica en sus matices. Matices que la hacen especial como un 29 de febrero o un fino manto de nieve en la playa. Pero lo que nos hace realmente únicos y especiales es que somos nosotros quienes mutuamente nos protegemos, admiramos y nos follamos hasta vernos fuera de los lindes de lo humanamente cotidiano.

[al-ándalus]

Pues sí debe ser muy especial ella para evocar estas palabras.

Me ha encantado.

[Margen del pensamiento]

Ciertamente lo es compañero, y estoy seguro que nunca dejará de serlo. Gracias a ti también por tu tiempo.

[meryfuckyou]

me he hecho ya super fanantica de este hilo de el foro....hay muy buenos poemas que calan hondo....felicidades,es muy bello

[Margen del pensamiento]

Meryfuckyou, te invito a seguir por estos lares. Yo, aunque muchas veces sea desde la sombra, nunca dejo de pasar por aquí a olisquear un rato. Gracias por tu tiempo. Un saludo