Bailando con el abismo del silencio, desnudos, nos abrazamos hasta escuchar los latidos. Agitados, revueltos, interrogantes. A media noche, los planetas se dejaron ver, después los ojos se quedaron ciegos y nos perdimos entre sudores. Las bocas de fresa se volvieron, las lenguas de marihuana? Y se llenaron las pieles de sabores mientras nos vigilaban las estrellas. Pobres, extinguidas por nuestros sudores?
Cuerda locura a fuego lento, mil placeres, mar adentro.
Nadamos hasta desbocar los alientos y amanecieron descansos entre las olas? temblores, latidos. Suspiros, lazos de carne, lenguas saladas. Dibujamos, con las manos, la calma en nuestras espaldas; con los labios, la armonía y la guerra que nos guiaban. El anhelo, el vértigo, el universo. Poco a poco se llenaron de unísonos nuestros cuerpos, sutiles ante el dulce almíbar del nuevo océano de sueños, donde habitábamos ahora, agarrándonos fuerte al fuego. Y las hambrientas manos escondidas en rincones se fundían con nuestras resbaladizas pieles, a sus flores los placeres.
Lenta, muy lentamente, llegamos al horizonte, y ante la inmensidad de la nada, solamente tenues voces? Susurros, suaves palabras, y el apacible silencio, el placer sofocado con besos, narcótico para inquietos. Como infinito recuerdo: tu olor? Y dos lunas.
Grimanyeta
Sin título el paraíso
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