El duelo

Poesía y relatos.
txolillo
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El duelo

Mensajepor txolillo » Mar Jun 15, 2010 12:21 pm

- ¿Qué necesidad tengo yo de partirle a un tío la boca por una negligencia suya?

Las puertas del metro se abrían en Guzmán El Bueno. Pufi y el Pitufo salían para hacer el transbordo hacia la línea siete.

- ¿Dime, dime, Pitufo, yo qué beneficio obtengo con esto, si al final le voy a partir la boca al tío, por negligencia de él?

Pitufo no respondía. Pufi era alto, rubio, con el rostro demacrado por la heroína, vestía un chaleco negro, una camisa blanca y unos pantalones vaqueros, llevaba unos tatuajes descoloridos en el brazo derecho y una lata de Mahou de las grandes en la mano izquierda. Tenía la voz totalmente cascada.

Pitufo era bajo, con el rostro colorado y pestazo a vino, con una sudadera Kelme del Real Madrid y pantalón de pana, los dientes torcidos y el pelo revuelto.

Andaban por los pasillos de la estación. Pufi estaba más bien alterado, aunque no era para menos.

- Vas a volver a la trena de todas formas

- Pitufo si a mi la trena me come la polla, a mi me come la polla porque allí me dan lo que yo necesito, a mi me suda los cojones pero la cuestión entonces como bien apuntas no es esa porque de todas formar por hache o por be allá voy a volver, pero la cuestión es si yo tengo o por el contrario no tengo necesidad de partirle la boca, máxime cuando, cojones, es negligencia suya todo este asunto que nos mueve y nos lleva ahora a plantearnos esta historia, coño, joder ? Pufi se agitaba conforme hablaba- si es que hostia? ? pegó el último trago a su lata y la tiró contra la pared.

En el andén de la línea siete el tren no se hizo mucho esperar. Eran las 11 de la mañana, el servicio aparentaba ser bueno, había trenes para todos con cierta celeridad. La puerta del metro se abrió ante ellos y cogieron sitio rápidamente.

- No le veo los pros a partirle la boca por ninguna parte

- ¿Y no partírsela? ? Replicó Pitufo

- La ganancia del tiempo, el bien inmaterial del que carecemos en esta sociedad, perder o no perder tiempo, realizar o no realizar un esfuerzo. Porque realizar un esfuerzo supone un trabajo y un trabajo no remunerado y yo puedo estar en casita con la churri o con mi puta madre tocándome la vaina y no por el mierda ese, que encima es el que tiene la culpa, ir allí y perder una tarde que otrora podría ser maravillosa.

Se abrió la puerta en Francos Rodríguez y subió una gitana con un bebé en brazos y un pañuelo en la cabeza, que no tardó en comenzar su perorata

- Buenos días señoras señores soy una chica pobrecita de la BosniaHerzegovina no tengo dinero porfavor no tengo casa por favor, no tengo leche para este niño pequeño por favor?

Mirando con rostro afligido a cada uno de los pasajeros, se detuvo ante Pufi y Pitufo sin variar el gesto, cabeza gacha y mano extendida.

- ¿Y esta? ? dijo Pufi

- Mira para otro lado y se irá ? susurró Pitufo

- Pero cojones ? le dijo Pufi a la chica ? pero tu me ves a mi en el gesto pinta de que yo estoy en condiciones de darte a ti nada me cago en mi historia joder? ¡fuera coño! ? gritó al tiempo que gesticulaba con las manos y la chica se fue a mirar con cara de pena al siguiente pasajero

- No es para ponerse así hombre

- Hombre, si es para ponerse, si es para ponerse, porque nos ocupa una cuestión vital de supervivencia absoluta, de vida o muerte, de todo o nada y no me puede venir esta chica, de origen zíngaro, a mi a decirme que si tal o que si cual porque estoy viajando en el metro y además un euro he pagado, he pagado un euro para montarme en este metro y no es para andarse con historias

- Ya pero esta chica es de otras tierras

- A partir de ahora silencio, porque quiero pensar y necesito un estado de silencio

Pitufo cerró la boca y Pufi cerró los ojos. En la estación de Valdezarza subieron unas chicas que iban hablando alegremente sobre sus cosas y Pufi les lanzó un grito de silencio acompañado de una mirada asesina. Las chicas se callaron y se desplazaron al otro extremo del vagón. A cada mínimo ruido, Pufi musitaba tacos ?jodercoñohostiasilencioo? entre dientes. Pitufo miraba los itinerarios de cada línea imaginando transbordos posibles para llegar a tal o cual sitio.

El tren se detuvo en Pitis. Última parada. Ambos salieron y Pufi tomó aire al llegar a la superficie.

- Viva mi barrio joder

- ¿Has pensado ya que hacer?

- No he determinado que hacer, si ser asín o asá, pero si he determinado que la solución la marcará el destino.

A la salida de Metro se encontraron con Don Ramón, que fumaba un poco de cocaína y heroína en papel de plata

- Venga coño fumaros un poquito a mi salud

- Que no Don Ramón que andamos con prisa ? dijo el Pitufo

- Pitufo, ya veo que vas con el Pufi ? Don Ramón miró de refilón a Pufi y este tomó la palabra

- ¿Algún problema?

- Dice el Koke que eres una maricona

- ¿Maricona yo? ¡me cago en la hostia! ¡Que te mato!

- Tranquilo chaval que yo paso aquí las horas y digo lo que escucho

Pitufo tomó del brazo a Pufi, se fueron mientras Don Ramón protestaba por su falta de educación manifiesta y su descortesía al no despedirse. Se encaminaron por las calles del barrio. Como de costumbre, las señoras decentes que quedaban en el vecindario sujetaban bien el bolso al cruzarse con ellos (las madres de ambos hacían lo mismo al encontrarse con sus conocidos). Gitanos y latinos no les hacían mucho caso al verlos, aunque ambos notaron que cuando veían a algún conocido estos se limitaban a saludarles rápidamente o con cierta sorna. Pufi y Pitufo llegaron al portal, subieron andando hasta el tercer piso y empujaron la puerta.

- ¡Ya he llegado Mari, ya he firmado! ? gritó Pufi

Tiró su chaleco sobre la silla, encendió la televisión y se sentó en el sofá.

- ¡Tráete dos cervezas que el Pitufo come en casa!

- No tío, yo me voy ? le dijo Pitufo al oído

- Que tú te quedas compadre, que la Mari si cocina para tres cocina para cuatro?¡¡MARI!! ¡Coño la cerveza!

Mari apareció en el salón con Toni, su hijo de 11 años, que tenía un ojo morado.

- Me cagüen mi sombra que le ha pasado a este chico ? ¡No te sabes defender o que!

- Mira Porfirio que me tienes negra? ¡que le han pegado en el cole los sobrinos de Koke, que le han dado una paliza y han dicho que su padre es un cagado!

- Si ya decía yo que el cole no tenía nada bueno ? Pufi empezó a reír a carcajadas y le pegó un toque a Pitufo, para que se riese también, cosa que hizo tímidamente. Mari le miró con el rostro más agresivo con el que le había mirado jamás.

Pufi se levantó del sofá, le pegó unos cachetes al niño y empezó a andar dando vueltas alrededor de la habitación

- ¿He estado o no he estado pensando en la cuestión? Llevo ? subió la voz ? o no llevo todo el puto día pensando en la cuestión y en los acontecimientos ? miró a Pitufo, que a su vez miraba al suelo y musitaba un ?sí? prácticamente inaudible ? y le doy vueltas y me pregunto por qué tengo yo que tener una confrontación de cualquier tipo con el mandangas ese que la maricona lo será el y por qué los niñatos esos que son medio gitanos medio europeos tienen que pegar a mi chaval ? miró a su hijo Toni ? ¡que estás gordo, que te hinchas a chocolatina y a gominolas y te pegan luego joder, que así no vas al Real Madrid ni a nada!

- ¡¡No grites a tu hijo que el no tiene culpa de tus problemas!! ¡Y le han roto las gafas!

- Coño y si no tiene culpa por qué le atacan por la espalda

- No ha sido por la espalda ? dijo el chaval

- ¡Pero seguro que eran más que tu! ? replicó el padre

- Eran cuatro

- Pues cojones me cago en mis muertos y en la pera amarga? ¡castigado a tu habitación!

Se hizo un silencio en la sala



- ¡Qué hay de comer! ? exclamó Pufi

- Eres un irresponsable y nos llevas a todos por la calle de la amargura, si tu no resuelves esto mi hermano lo resolverá y luego te va a pegar a ti una paliza ? fue la respuesta de Mari . A Pufi se le notó en el gesto que no le hizo mucha gracia tener que vérselas con su cuñado

- ¡¡Pues esta tarde mi compadre Pitufo y yo, Porfirio Díaz Herrero, hijo de Agustín y Remigia, voy a ir a limpiar mi honor al Viña, a las seis, tal y como quiere el mierda malnacido de Koke Jiménez!!

- De comer hay pollo al ajillo ? Mari se fue hacia la cocina

Pufi se sentó en el sofá y siguió viendo la televisión. En el canal local la pitonisa echaba las cartas, diciéndole a una señora agobiada que llamaba desde el barrio de Tetuán que su marido le ponía los cuernos con su mejor amiga. Se escuchaban los sollozos de la señora a través del teléfono ?no es posible, no es posible, con todo el amor que yo le doy?. Pitufo se levantó, cogió un taburete y se sentó frente a Pufi.

- Mira Pufi, yo no pinto nada en esta historia, yo estoy limpio ya de todo, yo no tengo ya más nada que ver con el talego ni la hostia, mis chavales van bien en el cole, uno está aprendiendo ordenador, mi vieja está enferma y mi mujer no tiene por qué soportar más preocupaciones, y la única que tengo yo es encontrar un currelo, no meterme en tus cosas, que bastante te ayudo ya?

Pufi se mantuvo en silencio, observándole atentamente, con semblante muy serio

- Es en los grandes momentos donde se demuestra la lealtad hacia los socios de andanzas. Mi vida es mi vida y la tuya es la tuya, cada uno toma su camino. No te escondas detrás de un vino peleón del ?Día? cuando viene un problema? o hazlo, deja a tu colega vendido. Que yo me he jugado el cuello por ti, por ti y por más malnacidos de este barrio que son unos gilipollas y unos hijoputa que ya no se donde están y si me vendes pues vete a tomar por culo, lo cual digo en estado de plena salud mental y sin irritación

Pitufo se levantó nuevamente y se dirigió a la puerta. Tomó el pomo, abrió, puso un pie en el descansillo, miró al techo, suspiró y volvió atrás.

Ambos estuvieron viendo la televisión por las dos horas siguientes. Pufi cambiaba de canal sin aparente interés por nada de lo que ponían, pasaba del 1 al 12 y vuelta a empezar, desde los canales estatales hasta las cadenas locales. Mucho magazine matutino, algo de dibujos, pitonisas, videoclips y anuncios de colchones.

Mari entró de nuevo en el salón, puso cuatro platos sobre la mesa con sus cubiertos

- ¡Hijo trae los vasos! ¡Vosotros sentaros a comer!

Fue a la cocina y trajo un cuenco de ensalada y una cazuela de pollo. Toni puso un vaso frente a cada plato

- Venga niño trae agua ? ordenó la madre

- Y vino para el tío Pitufo ? dijo Pufi

- No, ya tomaré más tarde ? Pitufo no tenía muchas ganas de beber, vista la situación

- Y para papá cerveza

Mari les puso a todos cuatro o cinco trozos de pollo y también ensalada. Pufi se quejaba diciendo que no era un caballo, pero Mari insistió en lo beneficioso que era, especialmente en un día como el de hoy. Quedaban cuatro horas para que su marido y Koke se vieran las caras y dirimieran sus diferencias.

Pitufo cortaba los trozos con cuchillo y tenedor, Pufi directamente usaba las manos, al igual que el resto de su familia.

- Muy bueno Mari ? dijo Pitufo. Pufi eructó.

Acabaron de comer y Pufi ordenó tajante que todos fueran a dormir la siesta. Pitufo por ser invitado la dormiría en el salón.

Pufi cogió a Mari del brazo y la dirigió hacia la habitación.

- La mesa está sin recoger?

- Ya la recogerá el niño ? le retiró el pelo del oído y le habló en bajo ? ahora un poco de caña.

Entraron en la habitación y Pufi cerró la puerta, puso a su mujer sobre la cama, le bajó las bragas por debajo del vestido, se bajó los pantalones y los calzoncillos y la penetró.

En el salón, Pitufo veía la televisión tumbado en el sofá. Toni se sentó a ver la tele. Se escuchaba el golpe de la cama contra la pared. Pitufo dio una colleja al niño

- Venga chaval, a dormir, que has tenido un día duro.

En la habitación conyugal, Pufi había terminado su faena.

- Cada día estás mas seca ? Y se durmió.

Llamaban a la puerta de la habitación. Pufi se desperezó.

- Que pasa cojones ? murmuró

- Pufi ? Pitufo gritaba a través de la puerta ? ¡son las cinco menos cuarto!

- ¡Me cago en la hostia!

Se levantó de un salto, se puso los pantalones mal que bien. Entró en el baño, se echó agua en la cara, luego entró en la habitación del niño, que jugaba con una maquinita.

- Adiós chaval

Cerró la puerta de su hijo y le hizo un gesto con la cabeza a Pitufo

- Es un buen niño. Es tonto, como es natural, porque su abuelo materno es tonto y su tío es tonto del culo, pero es un buen niño. No se como pueden pegar a un niño gordito y con gafas. Venga vámonos, que vamos justos de tiempo.

Pufi cogió su chaleco, salió del piso y cerró. Se encaminaron de nuevo hacia el Metro. Al volver seguía allí Don Ramón

- Mire Don Ramón, usted es un toca cojones y un yonqui de mierda y si mañana a estas horas tengo la oportunidad de verle le arranco la oreja, que usted escucha demasiadas cosas por este barrio y maricona lo será su puta madre.

Don Ramón le miró de reojo. Estaba absorto en la lectura de ?Pantagruel?, de François Rabelais.

Pufi y Pitufo bajaron las escaleras del Metro, escucharon un tren y bajaron a toda prisa. Lo perdieron. Pufi estaba nervioso.

- Joder me cago en mi puta calavera, ¡cojones!

Cinco minutos después, llegó el siguiente tren. Se sentaron y Pufi empezó hablar

- Mira, a este tío le voy a ir a partir la boca porque está metiendo a mi familia en este asunto. Pero todo ha sido culpa suya, culpa del puto Koke, no hay que juntarse con ese tío, escúchame Pitufo, no hay que juntarse con ese tío porque te enmierda y se junta con navajeros y te mete en un tinglado y es un gilipolla y malnacido y le cojo y le mato. Tú vas a ser mi secretario, tú vienes conmigo para dar fe y si la cosa se pone fea, tú me vengas y te quedas con mi familia y mi hostia. Ahora silencio, que tengo que pensar

Pitufo sabía que cuando Pufi quería silencio lo mejor era no hablar. Murmuraba tacos cuando había ruido o daba golpes contra el cristal. En la estación de Canal se bajaron. Andando por los pasillos en el trasbordo hacia la línea 2, les adelantó una chica joven, una estudiante con pantalones vaqueros ajustados, una carpeta en las manos, gafas de sol a modo de diadema.

- Pitufo, ¿has olido su perfume? Ese aroma en ese cuello joven: el futuro. La belleza de esa chica es una muestra de alegría. Su perfume me ha recordado a las flores, al campo, el amanecer, el sol tenue de una mañana de primavera. Su piel me recuerda al césped, a las briznas de hierba con gotas de rocío. Pitufo, a veces miro las nubes, veo sus formas, pienso en la vida. Algunos dicen que la vida no tiene sentido, que es una mierda, pero el sentido de la vida está ahí, en una nube, en una flor que se abre, en las abejas que recogen el polen para que después nos tomemos la miel.

Cogieron la línea 2. En la estación de Noviciado subieron unos ecuatorianos que empezaron a tocar esa de ?Llegando está el carnaval, quebradeño mi cholita, cerca de la quebrada humahuaqueño para cantar?. Pufi se inquietaba con tanto escándalo, aunque Pitufo les dio dos euros.



Bajaron en Sol. Pufi se acercó a una señora y le preguntó la hora, pero esta salió corriendo. Después se acercó a un guardia de seguridad y repitió la pregunta.

- Las seis menos cuarto, caballero.

- Me apetece un gofre de esos ? dijo Pufi

Salieron del Metro con el gofre en la mano. Se mezclaban entre el gentío en pleno centro de la ciudad. Callejeando, llegaron al Viña T.

El local era un pequeño bar, con tres mesitas tipo pupitre escolar, una barra y una televisión alta con el canal satélite parado en el canal de cine español antiguo. Una película de Gracita Morales atraía la atención de los clientes. Un punki desdentado, un semi vagabundo con mucha barba y un tipo bajito con gafas formaban el selecto grupo de asiduos.

- Tabernero, una sangría para mi y para mi compadre el Pitufo

El tabernero les hizo la sangría y la sirvió en un gran vaso de plástico. Les ofreció también unos cacahuetes y unos canapés con chorizo. Eran las 18:15. Pufi miró al tabernero, que tras servir la bebida se iba hacia el otro extremo de la barra. Le chistó y le hizo una señal con el dedo para que se acercase.

- Oiga, mire, me llamo Porfirio Díaz? ¿no ha preguntado nadie por mi?

- ¡Ah! ¿Es usted el señor Porfirio Díaz?. Antes han venido preguntando por usted, se fueron y dijeron que volverían

- ¿Cuántos eran?

- Eran dos

- Dos para dos ? Susurró Pufi a Pitufo ? ¿Y como eran? ? dijo de nuevo en voz alta

- No me fijé mucho, uno iba vestido con una cazadora de cuero, tenía la mandíbula algo salida y el pelo con entradas. El otro era moreno con coleta

- El cuñado ? musitó Pufi ? ¿y por qué se han ido? Luego dicen que yo soy un cagado por el barrio y ahora se acojonan me cago en su puta mierda

Una voz sonó detrás de Pufi

- ¿A quien llamas maricona? ? Koke entró en el local. Efectivamente iba de negro, tenía los ojos claros y el cabello cada vez ocultaba menos la piel de su cabeza. Junto a él un tipo alto, moreno, con cadenas de oro, perilla y pelo rizado recogido en una coleta. Pufi y Pitufo se giraron precipitadamente y cerraron los puños. ? Tranquilos? tranquilos, sólo he venido a hablar.

Koke le señaló a Pufi la mesa central. Pitufo se sentó solo en la mesa más cercana a la puerta, mientras que el cuñado de Koke se sentó en la que estaba más al fondo. Los tres clientes del local seguían a lo suyo.

- Pufi, yo pensaba que eras un tío legal, no un tío que jodía las cosas. Un mierda, Pufi, un rajado que sale cagando hostias cuando las cosas se complican

- Mira cagamierdas me tienes hasta las pelotas? todo es tu puta culpa, tu lo montaste mal, y mandas a tus sobrinos de mierda de los cojones a pegar a un chaval pequeño al patio, no me llames rajado ? el tono era cada vez más hostil ? porque eso es ser rajado, rajado eres tu y tu puta familia y tus sobrinos ? el cuñado de Koke hizo ademán de levantarse, pero este le hizo un gesto con la mano para que se detuviese. Pufi le observó, acercó la cara a Koke y le dijo en voz baja ? y ese gitano? se folla a tu hermana

- Así no creo que lleguemos a un grado de entendimiento. Te exijo una compensación por la pérdida que tuvimos debido a tu cagalera de última hora que todo lo jode. Si no, tú, tu hijo y tu mujer pagaréis caro.

Pitufo se terminó la sangría, se levantó de la mesa, fue hacia la barra y se dirigió al tabernero:

- ¿El baño?

- Al fondo del pasillo

Dejó atrás la mesa de Koke y Pufi, también la del cuñado. Llegó a la puerta del baño y encendió la luz. Koke y Pufi continuaban hablando, en términos serenos pero con tensión. El cuñado había desconectado de la escena y miraba la película de Gracita Morales mientras comía canapés con chorizo y bebía un tercio de cerveza. Entonces Pitufo decidió que la cosa se estaba alargando demasiado y que ese Koke no era más que un desgraciado. Así que cogió un taburete, se acercó sigilosamente al cuñado de Koke y se lo estrelló en la cabeza. Koke se levantó de golpe pero antes de que pudiese reaccionar se llevó otro taburetazo. Cayó al suelo, junto a su cuñado. Pitufo les siguió dando con el taburete mientras Pufi les daba patadas en el estómago. El tabernero empezó a gritar.

- ¡¡Por favor, en el bar no!! ¡¡En el bar no!!

- Calla cojones loco, que estás loco, calla, cabezón ? le increpó Pufi

El tabernero se puso a llorar y a pedir a Dios o a quien fuese que todo acabase pronto. El punki y el barbudo dejaron de mirar la pantalla y se giraron hacia la escena, mientras que el tipo de las gafas aprovechó la coyuntura para ponerse a vaciar la caja registradora.

Pufi siguió pateando a Koke y su cuñado, Pitufo había dejado el taburete en su sitio y se dirigió a su amigo

- Vámonos de aquí, salimos por la puerta y nos vamos andando tranquilos, por aquí pasa poca gente. Luego nos vamos los dos del barrio porque los gitanos nos van a matar, pero ese tío ya no se ríe de ti

Pufi dejó de patear en el estómago a Koke. Este gemía en el suelo. Pufi le cogió la cara, apretándole con la mano en las mejillas, acercó bien su rostro y le dijo muy serio:

- Koke Jiménez, hijo de la gran puta, la próxima vez que quieras que tú y yo robemos a una anciana su collar de diamantes, si no quieres que me vaya corriendo, no lo hagas delante de su hijo de dos metros, cien kilos de peso y siete días de gimnasio a la semana? te tengo que partir la cara por una negligencia tuya. Yo soy maricona, pero tu organizas los palos como una puta mierda

El tabernero estaba absorto y seguía lamentando su mala suerte. En el suelo yacían maltrechos Koke y su cuñado. Pufi y Pitufo se acercaron a la puerta.

- Mis colegas me llaman Pufi, pero vosotros no sois mis colegas, así que ni me miréis ? dijo a los clientes ? Tu, no por ser más sucio eres más revolucionario ? le dijo al punki ? tu lávate, que hueles a choto ? le dijo al barbudo ? y tu? ¡acércate! ? el tipo de las gafas dejó de hurgar en la caja, se guardó un fajo de billetes en el bolsillo de la camisa y se acercó. Pufi le cogió del pelo, le quitó las gafas y le estrelló la cabeza contra la barra varias veces. Le metió la mano en el bolsillo, sacó todos los billetes y se los dio al tabernero ? Esto para que se cobre nuestras consumiciones, la de mi amigo y su pariente ahí presentes ? señaló con la barbilla a Koke ? y para arreglar los desperfectos que le hayamos podido ocasionar.

El tabernero cogió el dinero y se quedó mirándolo.

- ¡Pero si este dinero es mío!

Pero Pufi y Pitufo ya se habían marchado.

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