Deseando plasmar mis dedos en tus dulces teclas,
ahí estaba yo, frente a un cenicero lleno de ceniza y una pantalla vacía.
Festejando el humo que salía de mi boca,
esperando a que salieras por una ventanita pequeñita.
Descansando mis pobres rodillas en un inquieto sillón,
te miré, como lo que eres, un faro que alumbra mi camino en la mar.
Esa tan extensa, tan grande, tan bella.
Dejando que tu mirada me parara,
para decirme tan sólo,
que hoy es un buen día.
Tan sólo una dulces palabras que me hicieran añorarte un poco más.
Cierto es lo duro que es pensar el estar lejos de tí y no poder demostrar que digo la verdad, por que cuanto más cerca estoy de tí, parece que estás mas lejos de mí.
Pequeño es el mundo cuando sonries,
cuando me miras y me dices; Te quiero Ángel.
Qué díficil se me hace el poder decirte esto, no contarterlo, no hablarlo.
Te imagino,
y te extraño,
te siento a mi lado,
y no quiero volver a estroperalo.
Gracias, sólo eso.
Gracias sólo eso...
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