Despertar, encerrado en mi locura
contra las cuerdas de esta sala vacía,
con la mirada en el filo
de un abismo que no acaba.
Loco, quizá,
fantasías de ebria ceniza,
reflexiones calladas al pie
de la barra de un bar.
Gritos desencajados
que ni yo mismo oigo.
Es un continuo susurro
de monótona cadencia.
Es un velo indivisible
que te encierra sin saberlo.
El murmullo de un arrollo
que recorre mi cabeza
entre espirales de espinas
y afilados precipicios.
Es respirar,
en el fondo de un inmenso lago,
donde los gritos descansan
y las miradas se duermen.
Un placer volver a dejaros algo por aquí...
