Standstill @ Círculo de Bellas Artes [08-03-11]

[fløyteHundore]

Resulta complicado expresar con palabras lo sucedido anoche en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Tarea ardua pensar, analizar y escribir cualquier cosa en relación a la puesta en escena de Room, un espectáculo audiovisual centrado en el disco Adelante Bonaparte, por parte de Standstill. Viejos recuerdos se funden con inusitadas emociones en una presentación en la que hasta el último segundo de silencio alcanzaba cotas de expresividad y sensibilidad al alcance de muy pocos.

Room es cercanía, intimidad, confesiones entre penumbras, tortuosos anhelos de expresión sentimental. Pero también hay lugar a la risa tímida e inocente, a los anhelados deseos de cariño, respeto y atención y a la débil ensoñación. Room es un viaje, una aventura, una vida más allá de las artes escénicas, una vida más allá de la nuestra, donde las emociones afloran y la capacidad de hacerlas propias e interiorizarlas son tan necesarias e imprescindibles como la propia música y las imágenes que la acompañan.

La historia del joven Bonaparte, las veinte canciones que conforman el álbum, es el leit-motiv que permite a Standstill abandonar viejas relaciones e interacciones entre el público y el artista, convirtiéndose casi en meros ejecutantes de la obra, intermediarios de un mensaje de profunda significación: la vida, ese espacio temporal entre el nacimiento y la muerte. Vida que todos experimentamos, que creemos vivir en unicidad, pero que realmente compartimos en ejercicios de asunción interna, comunión catárquica. Así, el asistente a este espectáculo audiovisual, procede al intercambio de roles y sentimientos en una extraña fusión donde no se distingue si realmente es Eric Montefusco, Bonaparte o tú mismo el que está diseccionando una vida, un corazón, un alma compartida.

Silencio, mucho silencio. Sonrisas, lágrimas y más sonrisas. Sentimientos a flor de piel. Respeto, atención, cariño. Un ejercicio musical preciosista, una experiencia sensitiva. Una de esas experiencias en donde el cúmulo de sentimientos y sensaciones destruyen físicamente al espectador abocado a la ensoñación y el tránsito etéreo ajeno al mundo que pisa mientras dura el recuerdo de la participación activa en la realidad que supone Room.

Maullidos y Ladridos